PORTUGAL.- Este viernes, en un emotivo encuentro en la Colina del Encuentro, ubicada en el Parque Eduardo VII de Lisboa, se llevó a cabo el Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Lisboa 2023. El evento contó con la presencia del Papa Francisco, quien recordó a los cientos de miles de peregrinos presentes que la cruz es el símbolo sagrado del amor más grande, y a través de ella, Cristo busca abrazar la vida de todos los seres humanos.
El Santo Padre fue recibido con alegría y entusiasmo mientras recorría el lugar en su papamóvil, saludando a los peregrinos que se habían congregado para este importante encuentro. Una vez en el escenario, el Papa Francisco fue trasladado en silla de ruedas y desde allí transmitió un mensaje de esperanza y amor a los aproximadamente 800,000 jóvenes presentes.
En su discurso, el Papa animó a los jóvenes a recordar que el verdadero amor se manifiesta en aquellos que están dispuestos a dar su vida por los demás, tal como lo enseñó Jesús al caminar hacia la Cruz para salvar a la humanidad. En ese sentido, exhortó a los jóvenes a reflexionar sobre sus sufrimientos y a confiar en que Cristo desea sanar las heridas y la soledad de cada uno de ellos.
El Vía Crucis se llevó a cabo con una emotiva puesta en escena, donde los jóvenes del grupo de coreografía trasladaron la cruz peregrina a cada estación mientras se avanzaba en la narrativa de la Pasión de Cristo. Las meditaciones se centraron en las fragilidades, heridas y necesidades que enfrentan los jóvenes en la actualidad, como la violencia, la soledad, los desafíos de las redes sociales, la solidaridad y el compromiso, así como la salud mental, entre otros temas relevantes.
Las meditaciones fueron el resultado de la colaboración de jóvenes de los cinco continentes, aportando sus reflexiones y experiencias para construir las estaciones del Vía Crucis. El P. João Golão, director del Centro Universitario Padre António, destacó la participación y diversidad de perspectivas que enriquecieron la conmemoración.
Además de las meditaciones, el Vía Crucis incluyó testimonios inspiradores de tres jóvenes que compartieron sus experiencias personales de superación y fe. Esther, una joven española que vivió alejada de la Iglesia, relató cómo su encuentro con la misericordia divina transformó su vida y la llevó a la maternidad y al matrimonio. João, un portugués que enfrentó desafíos mentales durante la pandemia, destacó cómo su fe lo ayudó a superar momentos difíciles y encontrar la solidaridad en medio del aislamiento. Caleb, un estadounidense que sufrió una infancia complicada, narró cómo el encuentro con Cristo en la Eucaristía le ayudó a sanar y vivir en plena comunión con la Iglesia Católica.
El Vía Crucis culminó con la cruz peregrina en lo alto del escenario, mientras el Papa Francisco dirigió una oración final y bendijo a la multitud de jóvenes presentes. La Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa dejó una profunda impresión en los corazones de los asistentes, quienes se retiraron del Parque Eduardo VII con renovada esperanza y compromiso con su fe y valores cristianos.