Redacción. – Dos años después del inicio de la presidencia de Joe Biden, Estados Unidos se encuentra en una situación difícil al enfrentar simultáneamente crisis diplomáticas y de seguridad nacional con Rusia y China, sus superpotencias rivales del siglo XX y XXI, respectivamente.
La guerra en Ucrania, que se acerca a su primer aniversario ensangrentado, y el drama de los globos espía que ha sido un símbolo tangible del desafío emergente de Beijing, están creando un momento tenso en la geopolítica global.
Este resurgimiento de rivalidad entre grandes potencias, que habría parecido lejano en las dos décadas anteriores, pone una gran carga y responsabilidad sobre un presidente cuya visión del mundo se enmarcó en la guerra fría estadounidense-soviética.
Esta crisis se cristalizará este fin de semana en la Conferencia de Seguridad anual de Munich, donde la guerra en Ucrania será el tema principal, pero también se abordará la rivalidad entre Estados Unidos y China, con la presencia del secretario de Estado Antony Blinken y el alto diplomático chino Wang Yi.
La doble crisis diplomática también ha expuesto la forma en que la política polarizada de Washington podría influir en la política estadounidense en el extranjero y el capital político que toda administración necesita para perseguir sus objetivos.
Las críticas republicanas al presidente Biden por no haber derribado un globo de vigilancia chino y su posible reelección de Donald Trump en 2024 también plantean preguntas importantes sobre el futuro de la política exterior estadounidense.