Redacción El Tijuanense
El Titanic, conocido como el «insumergible», es uno de los barcos más estudiados de la historia. Sin embargo, pocos saben que las últimas fotografías del transatlántico en la superficie fueron capturadas por el sacerdote jesuita Francis Browne.
En abril de 1912, el joven seminarista irlandés Francis Browne recibió un regalo de su tío: un boleto para el viaje inaugural del Titanic desde Southampton hasta Queenstown (hoy Cobh), Irlanda. Durante su breve estancia a bordo, Browne, un apasionado de la fotografía, documentó la vida en el lujoso barco, incluyendo imágenes de pasajeros, tripulación y las opulentas instalaciones.
Al llegar a Queenstown, Browne desembarcó, obedeciendo las órdenes de su superior jesuita, a pesar de una invitación de unos pasajeros adinerados para continuar el viaje hasta Nueva York. Días después, el 15 de abril de 1912, el Titanic se hundió tras chocar con un iceberg, causando la muerte de más de 1,500 personas.
Las fotografías de Browne se convirtieron en un testimonio invaluable de la vida a bordo del Titanic. Sus imágenes fueron publicadas en medios de todo el mundo, proporcionando una visión única del interior y los pasajeros del barco antes de la tragedia. Años más tarde, estas fotografías fueron redescubiertas en un baúl, revelando más de 40,000 negativos que Browne había tomado a lo largo de su vida.
El legado fotográfico del Padre Francis Browne no solo documenta un momento crucial en la historia marítima, sino que también destaca la importancia de la obediencia y el destino en su propia vida. Su colección de imágenes del Titanic permanece como una ventana al pasado, ofreciendo detalles invaluables de una era que se desvaneció con el hundimiento del legendario transatlántico.