La jornada de este miércoles 11 de junio ha dejado al descubierto el grave deterioro en materia de seguridad en la ciudad: al menos seis personas fueron asesinadas en distintos puntos de Tijuana en un periodo menor a 12 horas, en hechos que, pese a su brutalidad, parecen haberse vuelto parte de una alarmante normalidad.
En Mariano Matamoros Centro, vecinos alertaron a las autoridades tras observar a tres jóvenes bajar un cuerpo de la cajuela de un Mitsubishi Lancer negro, con placas de California. El cadáver estaba envuelto en una cobija y junto a él una cartulina blanca con un mensaje amenazador. Los responsables huyeron con armas cortas sin que, hasta el momento, se hayan logrado detenciones.


Horas más tarde, otro cuerpo -también encobijado- fue hallado en un camino de terracería a espaldas del hotel Gamma, en Otay Constituyentes. Envuelto en mantas y sellado con cinta adhesiva, fue descubierto por una patrulla que realizaba un recorrido de vigilancia. La víctima tampoco ha sido identificada.


La madrugada también trajo consigo el asesinato a tiros de un hombre en la colonia Nueva Aurora. Vecinos reportaron las detonaciones y, al salir, una mujer encontró a su vecino, identificado como Roberto, ya sin vida en el patio. No hay detenidos ni testigos del ataque.


Minutos después, un comando armado irrumpió en el centro de rehabilitación La Sombra de la Luz, en la colonia Cañón de la Piedrera. Dispararon contra varios internos, asesinando a un joven identificado como Jonathan, y dejando a dos más gravemente heridos. Los agresores escaparon en una camioneta blanca tipo panel.


Finalmente, por la mañana, policías hallaron el cuerpo de un hombre en la colonia Pedregal de Santa Julia, con evidentes heridas de bala en el abdomen. En la escena se localizaron al menos tres casquillos calibre 40mm.


Todos estos hechos ocurrieron en menos de 12 horas, reflejando una preocupante escalada de violencia en la ciudad.
UN DISCURSO DE SEGURIDAD QUE CONTRASTA CON LA REALIDAD
Mientras las autoridades municipales aseguran que los homicidios han disminuido respecto al año anterior, la percepción en las colonias es notablemente opuesta. En abril, el propio Ayuntamiento difundió una baja en los índices delictivos con base en cifras oficiales; sin embargo, los cuerpos abandonados, las ejecuciones en vía pública y los ataques a centros de rehabilitación parecen desmentir dicha narrativa.
En lo que va de junio, Tijuana ya supera los 40 homicidios dolosos, de acuerdo con estimaciones de seguimiento periodístico, manteniéndose como una de las ciudades más violentas del país.
Más allá de las cifras, el impacto humano es profundo: familias enteras conviven con el temor, y muchos crímenes quedan impunes por falta de denuncias o por desconfianza institucional. La violencia se ha normalizado al grado de que un cuerpo encobijado ya no detiene el tránsito, ni interrumpe la rutina en las colonias.
DENUNCIAR, EMPATIZAR Y NO PERMITIR LA INDIFERENCIA
Frente a este panorama, es urgente no mirar hacia otro lado. Las denuncias, el reporte de situaciones sospechosas y la exigencia colectiva de justicia son esenciales para revertir este estado de cosas. La participación ciudadana —aunque parezca mínima— puede marcar la diferencia en la vida de quienes hoy son víctimas colaterales del silencio.
Si tienes información sobre alguno de estos hechos o reconoces alguna irregularidad en tu entorno, puedes reportarla de forma anónima al número de emergencias 911 o al portal de la Fiscalía de Baja California.
No es solo una estadística: son vidas, familias y comunidades enteras afectadas por una violencia que no distingue horario ni colonia.




Fotografías: Border Zoom