El presidente Donald Trump ha comenzado oficialmente el proceso para retirar a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), argumentando que esta decisión responde a la necesidad de priorizar los intereses del país y reducir los costos asociados. Esta medida implica la suspensión inmediata de transferencias de fondos, apoyo gubernamental y recursos estadounidenses a la organización.
Estados Unidos ha sido históricamente el principal financiador de la OMS, con contribuciones anuales que representaban alrededor del 15% de su presupuesto total. La decisión podría impactar de manera significativa la capacidad de la OMS para enfrentar desafíos globales en materia de salud, incluyendo la lucha contra enfermedades como el VIH, malaria y tuberculosis, así como la respuesta ante pandemias emergentes.
IMPLICACIONES MUNDIALES
Expertos en salud pública han advertido que la salida de Estados Unidos podría desestabilizar décadas de avances en la investigación y control de enfermedades infecciosas. Además, debilitaría los sistemas globales de detección temprana de brotes peligrosos, aumentando el riesgo de futuras crisis sanitarias.
«El apoyo de Estados Unidos ha sido crucial para muchos programas que salvan vidas en países en desarrollo. La pérdida de estos fondos podría tener consecuencias devastadoras», señaló un informe reciente del Instituto para la Salud Global de la Universidad de Harvard.
REACCIONES INTERNACIONALES
Desde la sede de la OMS en Ginebra, el portavoz Tarik Jasarevic, expresó la esperanza de que Estados Unidos reconsidere su postura. «Estamos abiertos a un diálogo constructivo para preservar esta alianza, que es vital para el bienestar de millones de personas en todo el mundo», declaró.
Varios países aliados han manifestado preocupación por la decisión, subrayando la importancia de mantener un enfoque colaborativo ante desafíos globales como la resistencia antimicrobiana, el cambio climático y las enfermedades emergentes.
CONTEXTO Y CRÍTICAS
La administración Trump argumenta que la OMS no gestiona adecuadamente situaciones críticas, como la pandemia de COVID-19, y que sus políticas no siempre reflejan los intereses estadounidenses. Sin embargo, críticos señalan que la retirada podría ser contraproducente, debilitando no solo la capacidad global de respuesta sanitaria, sino también la influencia diplomática de Estados Unidos en el ámbito internacional.
Organizaciones no gubernamentales y figuras de la comunidad médica han instado al Congreso a intervenir, enfatizando que el impacto de esta decisión trasciende fronteras. «El mundo está más conectado que nunca. Las amenazas sanitarias globales requieren soluciones globales, y la OMS es un pilar en esa estructura», afirmó la Dra. Margaret Chan, exdirectora general de la OMS.
¿QUÉ SIGUE?
El proceso de retiro formal de Estados Unidos de la OMS podría tomar aproximadamente un año, según estipulan las normas internacionales. Durante este tiempo, es posible que se lleven a cabo negociaciones para evaluar un posible regreso o para redefinir la relación entre ambas partes.
Mientras tanto, la comunidad internacional sigue observando de cerca las repercusiones de esta medida, con la esperanza de que no se traduzca en un retroceso significativo para la salud global.