La agrupación sinaloense Los Alegres del Barranco enfrenta nuevamente el escrutinio público y legal tras su participación en eventos recientes en los municipios de Tequila y Cihuatlán, Jalisco. Durante estas presentaciones, la banda implementó una dinámica en la que, sin interpretar directamente los temas, proporcionaron la música y proyectaron las letras de canciones que hacen apología del delito, permitiendo que el público las cantara, en lo que ha sido denominado como «narco karaoke».
NUEVAS INVESTIGACIONES EN CURSO
La Fiscalía del Estado de Jalisco ha iniciado dos nuevas carpetas de investigación por presunta apología del delito en relación con estos eventos. Las autoridades están analizando si esta modalidad de presentación, en la que los músicos no cantan pero facilitan que el público lo haga, constituye una forma indirecta de enaltecer a figuras del crimen organizado.
El gobernador de Jalisco, Pablo Lemus Navarro, ha reiterado su postura firme contra cualquier manifestación artística que glorifique la violencia o a líderes criminales. Lemus ha enfatizado que no se trata de una censura al género musical, sino de una medida para evitar la apología del delito en eventos públicos. Asimismo, ha propuesto una legislación que obligue a los municipios a regular el contenido de los espectáculos para prevenir este tipo de situaciones.


CONTEXTO Y REPERCUSIONES ANTERIORES
Esta no es la primera vez que Los Alegres del Barranco se ven envueltos en controversia. En marzo pasado, durante un concierto en el Auditorio Telmex de Guadalajara, la banda proyectó imágenes de Nemesio Oseguera Cervantes, alias «El Mencho», líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, mientras interpretaban un corrido en su honor. Este acto generó indignación y llevó a la apertura de una investigación por parte de la Fiscalía estatal. Además, el gobierno de Estados Unidos revocó las visas de trabajo y turismo de los integrantes del grupo, argumentando que no permitirán la entrada a quienes glorifican a criminales.
DEBATE SOBRE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y LA NARCOTICULTURA
Estos acontecimientos han reavivado el debate sobre la narcocultura en México y la delgada línea entre la libertad de expresión y la apología del delito. Mientras algunos defienden los narcocorridos como una expresión artística que refleja la realidad de ciertas comunidades, otros argumentan que glorifican la violencia y el crimen organizado. El gobernador Lemus ha propuesto legislar a nivel federal, estatal y municipal para prohibir este tipo de contenidos.
La situación plantea preguntas importantes sobre el papel de la música en la sociedad y la responsabilidad de los artistas en la promoción de ciertos mensajes. Es fundamental que la sociedad reflexione sobre los límites de la expresión artística y el impacto que puede tener en la normalización de la violencia.
Este caso podría sentar un precedente en la regulación de contenidos culturales en México y destaca la necesidad de un diálogo abierto sobre cómo abordar la influencia de la narcocultura en la sociedad.



Fotografías: Los Alegres del Barranco