Jesús Cisneros es un emprendedor tijuanense que, pese a enfrentar una discapacidad visual progresiva desde los 18 años, logró consolidar dos exitosos negocios de crepas y café en las colonias Sánchez Taboada y Las Huertas.
Cisneros relató que su condición de salud comenzó al notar una mancha en el centro de su visión, la cual se extendió con el tiempo hasta limitarlo a distinguir únicamente sombras. Especialistas determinaron que el daño en el nervio óptico era irreversible.
“Mi madre me llevó con varios oftalmólogos y neurólogos, pero no había una cura. Me dijeron que se me dañó el nervio óptico, que es el que conecta el ojo con el cerebro”, compartió.
A pesar del impacto emocional que representó perder la vista en plena juventud, Jesús decidió emprender luego de que múltiples intentos por conseguir empleo fracasaron debido a su discapacidad.
“Busqué trabajo en muchos lugares, pero no me daban oportunidad. Me cerraban las puertas por mi vista”, explicó.
Fue entonces cuando, con apoyo de su hermano, tomó las riendas de un pequeño puesto de crepas que funcionaba en un sobre ruedas. Inició su propio camino como comerciante, primero en la colonia Presidentes, luego en Mariano Matamoros y finalmente en Sánchez Taboada, donde fue bien recibido por la comunidad.
“Así empezó todo, poco a poco. Una vecina me ayudó también y fuimos creciendo. Aquí la gente me aceptó y me empezó a conocer”, contó.
Actualmente, Jesús, conocido cariñosamente como “Chuy Crepas”, continúa atendiendo personalmente ambos establecimientos. A pesar de las dificultades visuales, se encarga de la preparación de bebidas y de atender a sus clientes, quienes lo reconocen por su dedicación y constancia.
Su historia es un ejemplo de resiliencia y superación personal en una ciudad donde muchas veces los espacios para personas con discapacidad son limitados.





Fotografías: José Vargas